viernes, 6 de septiembre de 2013

Lo que debería olvidar.



Siempre he estado en una constante inconformidad con lo que compone mi vida en general, pero al parecer estas últimas semanas he quedado absolutamente absorta por la melancolía y el aburrimiento, ando con la idea de que no existe ese ser único para mi, porque yo tampoco soy así, porque perdí el llamado alimento de los bobos, porque esperar algo de alguien debería ser prohibido, porque siempre te fallan, porque no te acostumbras a esa condición humana de prometer y no cumplir, de ilusionar y de desfallecer, de caer y no querer moverse, porque levantarse ya es mucho esfuerzo, porque así mismo la energía te la consumió la decepción y no dejó ni las migajas, aún cuando sabes que hasta de pequeñas sobras eras capaz de alimentarte, aún con un sólo grano de amor podrías ponerte en pie y correr atrás de ese sueño roto, pero no, nada llegó, simplemente te quedaste ahí, clavado al suelo con la mirada más taciturna de todos los tiempos, con un sólo y simple anhelo, converger con un ser en el mismo estado que tu, complementarse, ayudarse, salvarse, sobre todo ésto, salvarse.

Ito.



Me muero por escribirte, decirte que han pasado años y que yo aún te quiero, pero sabes, el problema es que no es así, en realidad aprendí a estar sin ti, me acostumbré a no necesitarte, me volví tan fuerte que ahora cuando recuerdo algo sobre ti, ya no tengo esa sensación punzante que me desgastaba, que me hacía perder mi norte y me dejaba en una absoluta depresión, no ya no es así, ahora sólo me pregunto, cómo fui tan tonta y tan inocente, tan consentida y tan dependiente.


miércoles, 19 de junio de 2013

Una utopía.


La locura y yo nos quedábamos solas, en una fantasía de tal magnitud, que hasta las más improbables situaciones de la realidad, estaban presentes. Me debilitaba el espíritu por cada segundo que pasaba allí, me vencía con sus ilusiones y me derrotaba con las emociones, porque si algo he sido siempre, es perdidamente emocional. Los insectos se metían bajo la piel de mis acechadores, los torturaban y yo disfrutaba verlo.
Más adelante todos los amores de mi vida, se volvían retratos hablantes de recuerdos maravillosos, de besos infinitos y de noches con diez lunas. Las ciudades que amaba, habían perdido la palidez que da la injusticia, lo grisáceo de la rutina también estaba ausente y tenían tanto que compartirse entre ellas, que las personas que allí vivían ignoraron sus diferencias, limitándose a vivir de lo bueno que cada uno tenía y no del daño que se pudieran ocasionar para su propio beneficio. Seguido a esto el timbre de la casa sonó, despertándome con tanta rudeza que por poco no escucho ese último susurro que me dijo que la imaginación era cómplice de la locura y que los sueños los medios que ellas utilizaban para materializarse. Y antes de abrir los ojos y de levantarme para averiguar el osado personaje que irrumpió mis sueños, entendí que de locos que se atrevieron a soñar, están las grandes ideas y también los grandes cambios.

lunes, 25 de marzo de 2013



Que manera tan curiosa tiene de sonreír, no sé si es inocente o pícara, pero me encanta, como se vuelven rasgados sus ojos, esos extraordinarios ojos suyos, oro viejo como describe Laura Gallego en uno de sus libros, si, oro viejo tal vez, ese desaliñado cabello, que aún con toda y su rebeldía, creería que es como mejor se ve, aunque creo que estoy siendo parcial, me dejo influenciar tal vez, pero aún así, se sigue viendo muy bien; y vaya que solo he contado algunas cosas de su físico, porque su personalidad, me es fascinante, podría decir que jamás terminaré de conocerle bien, y eso toma por completo mi atención y de paso mi admiración. Para ser sincera no me interesa alguien que te enseña todo de si en un par de semanas, porque, ¿Encontrarían cautivador a alguien que vocifera a los cuatro vientos el carácter de su personalidad? o ¿Les da más curiosidad, descubrir esa personalidad poco a poco, hasta el punto de quererla aún con las cosas que te gustan y disgustan de ésta? Prefiero la segunda, rotundamente la segunda, alguna vez le dije a alguien que para mi, él era como un rompecabezas muy grande, ciertas partes eran fáciles de armar, otras sumamente complicadas, pero lo más divertido era encontrar las piezas, piezas que me tomaría toda la vida encontrar, y que aún y con toda su complejidad valía la pena iniciar la búsqueda. Creo que ese día no me dijo nada, solo se limitó a escucharme hablar, ha de ser que nunca le habían descrito de esa manera, o simplemente no tenía objeción alguna, como sea, ahora tengo otro rompecabezas, un poco más complejo diría yo, porque están mas escondidas sus piezas y no sé hasta qué punto, puede que me venza el cansancio en el intento, puede que me motive más, puede que me pierda, puede que me haga daño y deserte por la debilidad, no lo sé, dependería de cuán significativa es su ayuda, que para ser sincera, no creo que sea mucha.

miércoles, 20 de marzo de 2013



...Tan pero tan pequeñita, que creo que desapareceré, seré más un alma vagante, entre risas hipócritas, entre humo de cigarrillos, entre globos que soltaron los niños, en medio de un perfume barato, a través de un vidrio empañado, o de cualquier otra cosa ordinaria, de esta ciudad ordinaria, de este maldito país ordinario, que una soñadora con capacidades extraordinarias de volar, de esas que narran los cuentos, porque sí, sería mas bien la versión empobrecida del cuento favorito de un niño, que su protagonista. Sería solo la página que pasan desapercibida, a la que no le ponen mucho detalle, la que no serían capaces de recordar.

lunes, 18 de marzo de 2013

Gonzalo Arango


Muerte no seas mujer


Estás dormida a dos metros de mí.
En lugar de escribir me pongo a mirarte.
¡No hay nada que decir!
El silencio de una rosa en la noche da más testimonio de Dios que la teología, y tal vez tenga el secreto que la belleza de la palabra no puede nombrar.
Entonces me callo y te contemplo porque toda sabiduría es callada, y el éxtasis es superior al conocimiento. Y a lo mejor es verdad que la vida no es sino un cuento narrado por un idiota, como dijo Shakespeare.
Dudo ahora que exista una belleza superior a verte ahí, como una tentación, con los ojos cerrados, olvidando el mundo y olvidada de él, siendo yo el único ser y tu único testigo ante la vida y el tiempo.
Tu sueño te aleja de mí, pero yo te poseo más plenamente. No estás en mis brazos, pero tampoco estás en el tiempo, y es en ese rincón de la eternidad donde me reúno contigo, en una esencia tan total que nada puede separarnos: ni la pasión, ni los días, ni el recuerdo, ni el nocturno canto del búho, ni el horrible despertador de las 5 de la mañana.
Aunque quise despertarte para sentir la voluptuosidad de tus besos, de tus uñas que me confunden con una guitarra, ese placer insólito de ver animarse por el ardor de tu cuerpo toda mi materia espiritual adormecida por el razonamiento, elegí tu respiración inocente que te unía más a mí que las palabras, tus viles palabras que nos hablan del paso a la vida, y de que todo tiene un comienzo y un fin.
Entonces te abandoné para que al menos en tu corto sueño nunca te separes de mí, y así poder disfrutar por un momento esa imagen imposible y anhelada del amor eterno.
Te miro y me lleno de piedad porque vas a morir, y no soy Dios para impedirlo.
Enciendo un cigarrillo y medito si hay justificación de vivir. Estás viva, es la única razón, y si mi amor tiene una esencia se reduce al deseo de hacerte inmortal , y a la desesperación de este deseo.
¡Qué silencio tan puro!
Te quiero recordar, mientras duermes, que no olvides este mundo. Mas allá de tu sueño está la noche con sus pilas de estrellas, algunos grillos que cantan y el canto turbador del búho.
A veces me gusta imaginar este búho como un espíritu santo que baja del cielo a no dejar hundir el universo en las tinieblas, y a sostener con su canto la presencia infinita de la vida, mientras los hombres duermen, olvidan o se cansan de vivir.
Nada más que la noche, amor mío, y yo en ella, infinitamente grande para mí, tan espléndida para bendecirla o cantar yo solo su fastuosa belleza, el viento encima y la tierra debajo y la oscuridad en todas partes. La relativa luz de las estrellas agregando otro enigma a su insondable misterio, los soles negros y el canto de la rana en la piedra del lago con sus ojazos desmesuradamente abiertos al terror.
De pronto tengo la sensación angustiosa de que estoy perdido entre estas presencias fantásticas, los vastos territorios del cielo, el negro silencio nocturno, la rara melodía del grillo, el ganso en su aullido, el solemne reposo de todo lo viviente… Y miedo de mi vida algo fugitiva entre estas cosas menos importantes que yo, pero más imperecederas.
Entonces todo me parece absurdo, efímero, acosado por la muerte, y corro a despertarme para gozar en ti el minuto de vida que me queda, sentir el roce de tu piel, bañarte con el sudor del verano, sofocar el silencio y la quietud, y decirte que toda la ilusión de mañana es este instante en tus brazos a la orilla de la dicha.
Si ahora desaparecieras todo quedaría vacío. Con tu sueño las cosas de nuestro alrededor se han sumido en la indiferencia, pero no han muerto . Solamente se callaron para no despertarte.
Yo también temo deslizar esta pluma sobre el papel para escribir que te amo. Pero, ¿qué necesidad de decirlo si toda la alegría y la paz del mundo me vienen de tu sueño? Y como todo lo has olvidado, también a mí que muero en tu sueño, me dejas en la más pura libertad de amarte, con una libertad tan absoluta y sin peligro que no pueden distraer tu pensamiento, ni los deleites animales, ni el pito del tren, ni el brillo de la luna, ni el dolor del mundo, ni mucho menos el poderoso y ardiente amor que te crucificó en la adolescencia.
Te quiero así, en esta soledad de los dos, unidos por el deseo y el miedo, presos en esta dulce sensación de eternidad, en la que sueñas y olvidas, y apenas te queda memoria para lo que no debe morir.
Y prefiero tu olvido absoluto porque el recuerdo quiere decir que permites al tiempo abrir tumbas en nuestro amor.
Quédate donde estás, en el puro equilibrio de la noche y el día, en la nada de tu sueño feliz que es la otra cara del cielo, ese cielo invisible a todos, menos a mí.
Ese cielo, en fin, ombligo o taberna para la embriaguez de los dioses que fueron condenados a la desesperación, cruz de tu carne donde me purifico, me santifico, me emborracho de amor para alcanzar el exilio de la pobre mente humana, y donde al perderme me salvo por una rara sensación de locura divina.
No tengo otro argumento para despertarte, amor mío, y no sé si debo separarte de esta nueva dimensión de tu amor en que eres mía más allá de la muerte.

Cuentos nadaístas




Poema tristísimo

Si muero
te invito al sol
alma mía
y no olvides
llevar tu cuerpo
Sufriremos felices
y juntos seremos
carne de luz
en la memoria de Dios
Y si no hay Dios
lo mismo da
Recordaremos el sol
que tanto nos gustaba
allá en Cali Colombia
Nuevo Mundo ¿Recuerdas?
¿O era en la luna?
              ¡Lo olvidé!

                                                                                                                                      Gonzalo Arango